jueves, 4 de septiembre de 2014

Furia rasgada.



Hay momentos en los que la soledad empaña los cristales de la esperanza,
y en los que ya no sé ni cómo soy capaz de gritar más alto.
Mi boca ya no dibuja aquella sonrisa dirigida al futuro, porque simplemente, no veo posible uno.

Hay veces que tengo ganas de echarme a llorar, bajo el abrazo del silencio y las sombras.
Cada lágrima derramada provocan en mi la liberación de esa furia retenida, rasgada, aplastante; que junto a la tristeza, una tan melódica como el suspiro del placer interno, forman la canción de mi alma.

Siendo la más esbelta, poderosa y estruendosa canción susurrada en aquellas noches de verano; donde la brisa revuelve los finos cabellos como pensamientos, y donde apenas el más perceptible lamento quepa lugar en este caos.
Simplemente existo, observo con incredulidad a esa gente que a primera vista parece tan feliz y a la vez tan ignorante, pero como sé a base de daños que en la mayoría no es puramente cierto, no es cierto aquello que suelen mostrar ante los demás. Convirtiéndose en una máscara que oculta el más miserable sentimiento verdadero, que son: los problemas en el que cada uno estamos ligados.

He escuchado cientos de veces que la ignorancia trae la felicidad, no siempre es así claro esta, algo sí que sé de ella: La felicidad es un estado pasajero de la locura.
Queriendo atraerla, haciendo oídos sordos para así no escuchar ni mis tormentosos pensamientos, lo consigo al sumergirme en las caricias de la música que libera todo mal que se precie en mi semblante.

Hoy, ahora, siento la necesidad de no saber, de ignorar, pues a veces mi mente se anula en su condición más filosófica negándose a girar entorno a un pensamiento que podría corromperse al paso de las horas.
He dudado tantas cosas, que realmente ya no sé que es lo que sé. y que es lo que creo saber.
He olvidado tantas veces que por primera vez siento que ignoro lo que es el saber.

Pero si es terriblemente cierto: Sonríe cuando estés triste porque más vale una triste sonrisa que la tristeza de no volver a sonreír.






martes, 25 de marzo de 2014

1912-1915




Todo comenzó en Agosto de 1912.
La catástrofe se originó en forma de relación destructiva (cuyo epicentro había sido descubierto hacía muchos años atrás), y fue arrasándolo todo a su paso  como no podía ser de otra forma . Las lágrimas empezaron a caer de mis ojos, sobrevino el dolor. Me dejó en la más plena desidia, probé el dulce tormento. Estuve, incluso, en tratamiento médico, y ni eso supo llegar a la comprensión. Me arrebató la poca seguridad que me quedaba en mí misma, dentro de mi ser. Pero nada mejoraba; sólo empeoraba y yo no podría salir a flote mientras esta persona continuase en mi vida. Como si alguien intentara arrebatarme el aliento, el poco que me quedaba.
Por ello, recogí lo poco que me era necesario, libros, comida, agua y algo con lo que escribir y con ello me fui de casa. Me alejé de todo aquello que había sido mi vida hasta entonces;  ¿Es lo mejor que debería hacer? — Me pregunté a mi misma   y en el camino, me perdí ahogándome en mis ruidosos pensamientos que me atormentaban una y otra vez. Intenté encontrarme  juro que intenté poner más allá de mi pero fue difícil... 

En aquellos meses fatídicos sólo me aportaron actos tremendos que no me sentiría orgullosa de cometer, relaciones que no entablaría, y llegar a ser alguien que no querría. Cuando por fin empecé a ver un atisbo de luz en mí, alguien llegó para rematarlo. En aquel entonces, yo no era consciente de mi vida y le dejé hacer cuánto quisiera hacer sin ningún reparo. Me dejó en ruinas durante meses, me sentí como la oscuridad se apoderaba de mi ser y no me dejaba respirar. 
Pasaron muchos años tras esa horrible experiencia, luché mucho, morí demasiado pero llego un día en que eso cambió y decidí resurgir de las cenizas; para conseguir respirar sin agobios, controlar el dolor, saber tomar decisiones, llegar a sentir, sobre todo saber qué o quienes tienen la intención de llevarte a las sombras. En una maravillosa primavera, pude notar el olor de los jazmines, el color de la lluvia que empaña esta tierra y sus dulces hojas. El canto de los pájaros, el sabor a miel, recorrer los campos sin ninguna inquietud extrema.
Logré probar unos besos que me acariciaban día y noche. Que ahora siguen estando junto a mi.
Así es como se debe luchar, sin dejar ir a tu propia alma al vacío o a mundos en post del caos.
Somos quienes elegimos ser, que unas mentes malas no te hagan abandonarte. Cada uno es libre de escoger a quien querer y cómo hacerlo. 
Seamos realistas, vivamos una vida llena de emociones pero sabiendo que siempre intentarán hundirte.

lunes, 24 de marzo de 2014

¿De quién te falta la sonrisa?


No lo sé. No le conozco, no sé su nombre ni su aspecto, pero sé que está allí.
Bajando alguna calle con los cascos sobre las orejas, con el aire revoloteando su pelo y perdido en sus pensamientos, como siempre.
Quizás incluso murmurándose cosas a sí mismo.
A veces juraría notar su perfume en el viento. Aunque es un chico, huele tan dulce... 
O su voz. Creo que alguna vez oí su voz cuando estaba entre medio dormida y despierta, y sentí que me tocaba la mejilla mientras llamaba mi nombre... y no sabía si era un sueño o un deseo tan fuerte que lo pude percibir por los sentidos... sólo supe que tenía manos frías y una voz serena.
Cuando me aburro le imagino sentado a mi lado, mirando hacia otro lado con su mejilla apoyada en una mano. Y quiero tocarle... pero sé que no puedo. 
Así que tan sólo le miro.
Le veo levantarse e ir a por algo, y le sigo. 
Coge una lata de refresco, y al volver, no me da tiempo de apartarme de la puerta y me atraviesa. 
Y siento un frío terrible, una soledad que me invade, y me echo a llorar. 
Porque sé que en cuanto me gire a buscarle ya no estará. Que nunca estuvo. 
Aunque el perfume del jabón que usó al ducharse siga en el aire, y a pesar de las gotas que dejó su pelo húmedo, caídas en el suelo... No, nunca estuvo.
"Quizás nunca estará..."
Y me aprieto el corazón e imagino su sonrisa. Se me aparece tanto pero jamás le vi sonreír... por eso, me falta su sonrisa.
Quiero verla una sola vez antes de que vuelva a desvanecerse. 
La guardaré en mi corazón como el más oscuro de los secretos, el más preciado de mis tesoros... como el recuerdo de él, el que nunca tuve.



jueves, 13 de febrero de 2014

La oscuridad bajo una sonrisa angelical


Erase una chica bonita, menuda, aparentemente alegre y con una sonrisa preciosa pero con un deje de amargura si te parabas a mirar. No tenía padres, vivía sola, cosa que la comunidad no lograba entender pues no tenían ningún registro de su llegada ni de que existiera aquella casa tan derruida y devastadora. 
Sin más, la chica tenía un hobby, y era que siempre que podía iba y se compraba tres cajas de muñecas de barbie, las llevaba a su cuarto las cogía, las colocaba de tal manera que a cada una le arrancaba las estremidades de una forma diferente. Por ejemplo, a unas las pintaba de un color rojo sangre, a otras en una sarten para derretirlas, a otras con unas pinzas al rojo vivo antes de cometer su estrepitoso crimen. Las arrancaba con toda sutileza y las iba archivando por partes en un baúl secreto que tenía bajo su cama, pero lo que no sabía nadie era que tenía una puerta secreta; un sótano para ella sola donde cometía toda clase de atrocidades. ¿No os preguntáis por qué hacía esto con unas simples muñecas? ¿Era obsesión? ¿Amargura? ¿Locura? ¿Maquinación?  Sí, no era tan niña como se hacía ver, ella se hacía llamar Alma y no era una niñita sino una mujer con rasgos infantiles. Pero eso no es todo, por las noches se ponía su vestido rojo y se hacía con unas cuantas muchachas. 
Siempre su primera victima la degollaba y de la sangre de su cuello, se pintaba los labios y se relamía con la sangre la cara, como iba siempre descalza se manchaba las plantas de los pies de sangre. Lo peor no era eso, era que nunca podían identificarla, porque se le ocurrió limarse las huellas dactilares hasta desgastarlas tanto de pies como de manos.
Cogía a muchas de sus víctimas en parques infantiles a medio día cuando no había casi nadie, en callejones por la noche y usaba sus encantos y los dormía con cloroformo o a veces recurría a la violencia. Se los llevaba a su sótano y... los metía en una cápsula criogenita hasta que exhalaban su último aliento. 
A algunos los envolvía, a otros los rompía; incluso se le ocurría la descabellada manera de disecarlos como animales, volver a vestirlos y ponerlos en su casa como trofeos. A veces le daba por exhumar cuerpos e intentar reanimarlos. 
A las mujeres les arrancaba el cuero cabelludo o cogía sus rasgos para cambiar de aspecto.
Lo que no sabía su pueblo era que bajo esa máscara de niña buena se escondía lo más perverso jamás visto. Que andaba por las calles con sus aires tan misteriosos, sonrisa perturbadora.
La temían pero no lo mostraban, lo disimulaban. No la querían cerca, pero no podían hacer nada para echarla de allí sin pruebas, y no comprendían las desapariciones a extrañas horas de la noche.



domingo, 19 de enero de 2014

¿Resistible o irresistible?



¿Y si yo dijera que lo "irresistible" no es más que una superstición, inventada por los que le tienen miedo a la libertad? ¿Que todas las instituciones y teorías que nos ofrecen disculpas para la responsabilidad no nos quieren ver más contentos sino sabernos más esclavos? 
¿Que quien espera a que todo en el mundo sea como es debido para empezar a portarse él mismo como es debido ha nacido para mentecato, para bribón o para las dos cosas, que también suele pasar?

¿Que por muchas prohibiciones que se nos impongan y muchos policías que nos vigilen siempre podremos obrar mal —es decir, contra nosotros mismos— si queremos? Pues te lo digo,  te lo digo con toda la convicción del mundo.
Un gran poeta y narrador argentino, Jorge Luis Borges, hace al principio uno de sus cuentos la siguiente reflexión sobre cierto antepasado suyo: "Le tocaron, como a todos los hombres, malos tiempos en que vivir."  En efecto, nadie ha vivido nunca en tiempos completamente favorables, en los que resulte sencillo ser hombre y llevar una buena vida. 
Siempre ha habido violencia, rapiña, cobardía, imbecilidad(moral y de la otra), mentiras aceptadas como verdades porque son agradables de oír... A nadie se le regala la buena vida humana ni nadie consigue lo conveniente para él sin coraje y sin esfuerzo: por eso virtud deriva etimológicamente de vir, la fuerza viril del guerrero que se impone en el combate contra la mayoría. ¿Te parece un auténtico fastidio? Pues pide el libro de reclamaciones... Lo único que puedo garantizarte es que nunca se ha vivido en Jauja y que la decisión de vivir bien la tiene que tomar cada cual respecto a sí mismo, día a día, sin esperar que la estadística le sea favorable o el resto del universo se lo pida a favor.

domingo, 12 de enero de 2014

Reinventing Your Exit




Fuiste mi campo de batalla, mi bala perdida, la luz sucumbe ante tu sombra.
Tus manos el refugio del miedo, tu cuerpo el muro contra el gélido y asfixiante frío.
Tus dudas son la brecha de un volcán apunto de expirar.
¿Quién soy yo? Nadie. ¿Quién eres tú? Un suspiro que el aire se llevó.
Mirada franca, sonrisa tímida. Que echaré en falta.
A veces el olvido no es la mejor huida, nuestra memoria como defensa escribe páginas y volúmenes inmensos, recreando alientos y penas puestos con un ligero toque de sentimiento y tinta.
Como si de un libro forjado del metal más preciado y sellado con lágrimas de sangre se tratase.
Escogemos caminos llenos de malas hierbas, mientras que su maleza nos envuelve en su terrible brazo, corriendo el peligro de que nos apunten con una pistola en la nuca. Amenazándote, previniendote de cualquier paso en falso te roban la vida de un disparo.
La muerte para mi no es un miedo, sino una realidad, una verdad universal.

¿Cómo se puede tener miedo a la muerte y no a la vida?
Esto es un sentimiento, una razón, ¿Por qué vivimos si no es para morir?
¿Y el amor qué papel juega en todo esto? ¿Nos repara el alma? ¿Nos la destruye? ¿A caso nos consume?
¿Por qué tantas preguntas sin respuesta?
Podríamos  hacer miles de millones de escritos con billones de preguntas y sólo obtendríamos una respuesta clara a todas estas preguntas descarriladas.
La muerte nos espera allá donde nuestros pies rocen la pesada tierra bajo todas las inseguridades.
¿Quién somos para infravalorar a otro?
Cuando el mal ya está hecho nuestra conciencia habla y nos plantea un juicio.
Que solo en el que tú mismo tienes derecho a decidir como sentirse y cómo remediar el error.
Me retrae ver a alguien que no ve más allá de su bien común que nunca está de más pensar en ti mismo, pero no como solución a todo, a eso le llamo egoísmo, y falta de humildad.

Bueno, no sé, cada uno se mata de la manera que desea. Unos por el amor al arte, otros por los vicios, los demás por no quebrantar el orgullo y prejuicios.


¿Y tú? ¿De qué forma te estás matando?
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Solo tú eres capaz de escoger la mejor carta de tu baraja, saber si estás a tiempo a recuperar lo que estuvo en tus manos y se te escapó entre los dedos.