Todo comenzó en Agosto de 1912.
La catástrofe se originó en forma de relación destructiva (cuyo epicentro había sido descubierto hacía muchos años atrás), y fue arrasándolo todo a su paso — como no podía ser de otra forma —. Las lágrimas empezaron a caer de mis ojos, sobrevino el dolor. Me dejó en la más plena desidia, probé el dulce tormento. Estuve, incluso, en tratamiento médico, y ni eso supo llegar a la comprensión. Me arrebató la poca seguridad que me quedaba en mí misma, dentro de mi ser. Pero nada mejoraba; sólo empeoraba y yo no podría salir a flote mientras esta persona continuase en mi vida. Como si alguien intentara arrebatarme el aliento, el poco que me quedaba.
La catástrofe se originó en forma de relación destructiva (cuyo epicentro había sido descubierto hacía muchos años atrás), y fue arrasándolo todo a su paso — como no podía ser de otra forma —. Las lágrimas empezaron a caer de mis ojos, sobrevino el dolor. Me dejó en la más plena desidia, probé el dulce tormento. Estuve, incluso, en tratamiento médico, y ni eso supo llegar a la comprensión. Me arrebató la poca seguridad que me quedaba en mí misma, dentro de mi ser. Pero nada mejoraba; sólo empeoraba y yo no podría salir a flote mientras esta persona continuase en mi vida. Como si alguien intentara arrebatarme el aliento, el poco que me quedaba.
Por ello, recogí lo poco que me era necesario, libros, comida, agua y algo con lo que escribir y con ello me fui de casa. Me alejé de todo aquello que había sido mi vida hasta entonces; ¿Es lo mejor que debería hacer? — Me pregunté a mi misma — y en el camino, me perdí ahogándome en mis ruidosos pensamientos que me atormentaban una y otra vez. Intenté encontrarme — juro que intenté poner más allá de mi pero fue difícil... —
En aquellos meses fatídicos sólo me aportaron actos tremendos que no me sentiría orgullosa de cometer, relaciones que no entablaría, y llegar a ser alguien que no querría. Cuando por fin empecé a ver un atisbo de luz en mí, alguien llegó para rematarlo. En aquel entonces, yo no era consciente de mi vida y le dejé hacer cuánto quisiera hacer sin ningún reparo. Me dejó en ruinas durante meses, me sentí como la oscuridad se apoderaba de mi ser y no me dejaba respirar.
Pasaron muchos años tras esa horrible experiencia, luché mucho, morí demasiado pero llego un día en que eso cambió y decidí resurgir de las cenizas; para conseguir respirar sin agobios, controlar el dolor, saber tomar decisiones, llegar a sentir, sobre todo saber qué o quienes tienen la intención de llevarte a las sombras. En una maravillosa primavera, pude notar el olor de los jazmines, el color de la lluvia que empaña esta tierra y sus dulces hojas. El canto de los pájaros, el sabor a miel, recorrer los campos sin ninguna inquietud extrema.
Logré probar unos besos que me acariciaban día y noche. Que ahora siguen estando junto a mi.
Así es como se debe luchar, sin dejar ir a tu propia alma al vacío o a mundos en post del caos.
Somos quienes elegimos ser, que unas mentes malas no te hagan abandonarte. Cada uno es libre de escoger a quien querer y cómo hacerlo.
Seamos realistas, vivamos una vida llena de emociones pero sabiendo que siempre intentarán hundirte.
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