sábado, 28 de diciembre de 2013

Piénsalo bien.

 
 
Piénsalo bien antes de quererme
no lo pienses demasiado o quizá vas a perderme,
tu lástima me ofende mejor déjame tu odio
que sólo se odia lo amado,
que me recuerdes con honor no como un descorazonado
así pierdes tú y lo gano yo,
y no pierdo más mi tiempo me has dejado ir sin saber
que pude haber sido yo
que pudiste haber sido tu.
 
 
 
 
 

 
¿Y quién crees que perdió? ¿quién te crees que soy yo?
soy todo lo que siempre extrañarás haber sabido,
cuando descubras que el único trago amargo
fue el de tu dulce adiós.






Te conocía más mi imaginación que mis sentidos
me enamoré de una idea no de una realidad
la obsesión por la ilusión de no estar tan encerrado
de los niveles del amor del cual yo no conozco nada
no es que viva para mi pero aún no ha habido nadie
que atormente mi pasión hasta dejarme sin aire
que apacigue mi dolor por el cansancio de buscarte
que impaciente la adicción a besar y ser besado
que reviente la reacción para amar y ser amado.


 Que no serás tú, quien podra extasiarme
seguiré buscando quien me ame y quien me deje amarle,
es fácil me molesta la gente como tu
que complica siempre el modo y no valora pronto todo,
se cierra el libro ya aún antes de empezar
no se escribe esta historia y ya jamás se escribirá,
me dejaste ir sin saber
que pude que soy y que siempre habré sido yo
y nunca fuiste tú.

¿Y quién crees que perdió? ¿quién te crees que soy yo?
soy todo lo que siempre extrañarás haber sabido,
cuando descubras que el único trago amargo
fue el de tu dulce adiós.

Te conocía más mi imaginación que mis sentidos
me enamoré de una idea no de una realidad
la obsesión por la ilusión de no estar tan encerrado
de los niveles del amor del cual yo no conozco nada
no es que viva para mi pero aún no ha habido nadie
que atormente mi pasión hasta dejarme sin aire
que apacigüe mi dolor por el cansancio de buscarte
que apaciente la adicción a besar y ser besado
que reviente la reacción para amar y ser amado.

Para amar y ser amado

¿Quién crees que perdió? 

miércoles, 25 de diciembre de 2013

I need your L♡ve


Mientras unos se enamoran, otros se separan. 



Épocas de frenesí, de pasión, dolor y probar un nuevo sabor dulce o amargo en tu taza de café.
Quizá, quizás deberíamos tomarnos las cosas de otra manera pero depende de con quién.
Saber elegir, saber escoger la pieza de tu tablero de ajedrez aunque eso suene un poco a 'tirar las fichas y lo que caiga, caiga ' No. Eso no es así, pero hay que saber tratar a los que te rodean y no sentirse utilizado por nadie. Brindar y brindarse el valor como el chocolate, tan irresistible e irremplazable que no puedas parar quieto sin poder darle un mordisco.
Como cuando ves a alguien que te enciende por dentro y estalla una tormenta en tí. ¿Sí? Pues así.
A la vez tantear las palabras que vas a susurrar, y aun así saber poder respirar libremente, sin tapujos.

Una vez más pasan los días, las horas, los minutos pero los momentos quedan. Los años pasan como el viento magnánimo, ese que te revuelve el cabello en una mañana fría.
La vida es eso, no saber cual es nuestro cometido y saber sufrir pero siendo el mejor, el más fuerte.
Tal vez sea una tontería todo esto pero es lo que hay, cada uno encuentra su manera de matarse. Total, es de lo único que tenemos certeza en este caos al que llamamos vida.














lunes, 16 de diciembre de 2013

¿De dónde vienen nuestros remordimientos?


Para mí está muy claro: de nuestra libertad. Si no fuésemos libres, no podríamos sentirnos culpables (ni orgullosos, claro) de nada y evitaríamos los remordimientos. Por eso, cuando sabemos que hemos hecho algo vergonzoso, procuramos asegurar que no tuvimos otro remedio que obrar así, que no pudimos elegir: <<yo cumplí órdenes de mis superiores>>, <<vi que todo el mundo hacía lo mismo>>, <<perdí la cabeza>>, <<es más fuerte que yo>>, <<no me di cuenta de lo que hacía>>, etcétera. Del mismo modo el niño pequeño, cuando cae al suelo y se rompe el tarro de mermelada que intentaba coger de lo alto de la estantería, grita lloroso: <<¡Yo no he sido!>> Lo grita precisamente porque sabe que ha sido él; si no fuera así, ni se molestaría en decir nada y quizá hasta se riese y todo.

De modo que lo que llamamos <<remordimiento>> no es más que el descontento que sentimos nosotros mismos cuando hemos empleado mal la libertad, es decir, cuando la hemos utlizado en contradicción con lo que de veras queremos como seres humanos. Y ser responsable es saberse auténticamente libre, para bien y para mal: apechugar con las consecuencias de lo que hemos hecho, enmendar lo malo que pueda enmendarse y aprovechar al máximo lo bueno. A diferencia del niño malcriado y cobarde, el responsable siempre está dispuesto a responder de sus actos: <<¡Sí, he sido yo!>> El para descargar al sujeto del peso de su responsabilidad. La culpa de lo malo que sucede parece ser de las circunstancias, de la sociedad en la que vivimos, de los anuncios de la tele, de las tentaciones que se ofrecen en los escaparates, de los ejemplos irresistibles y perniciosos... Acabo de usar la palabra clave de estas justificaciones: Irresistible.
Todos lo que quieren dimitir en su responsabilidad creen en lo irresistible, aquello que avasalla sin remedio, sea propaganda, dropero no tiene semejante constumbre. ¡Por algo es el <<bueno>> de la historia! Quiere seguir siendo fiel al tipo que ha elegido ser, al tipo que se ha fabricado libremente desde tiempo atrás.


sábado, 7 de diciembre de 2013

Sweet Blasphemy





Las palabras las carga el diablo, como las armas. Por eso, desde siempre, el hombre las ha usado con cuidado, no fueran a explotarle entre las manos. O entre los labios, para ser precisos.
Nunca hasta ahora, no obstante, el miedo a las palabras ha sido tan evidente ni tan exagerado el tacto con el que se utilizan; no sólo entre los personajes públicos, sino también entre la gente anónima, arrastrada por
aquéllos a un lenguaje que no solo no es suyo, sino que muchas veces ni entiende.
Lo que provoca situaciones que en ocasiones rozan lo histriónico, cuando no entran directamente en la condición de humor.

En resumidas cuentas, y tal como estan las cosas, lo mejor es no hablar en publico y, si uno se ve en la obligacion de hacerlo, utilizar las palabras como hacen todos: como peligrosas armas de las que la sociedad sospecha  y no como convenciones de un instrumento inocuo y maravilloso, el lenguaje, que sirve para comunicarnos. O servía, por lo menos, cuando la gente tomaba leche entera y vivíamos sin tantos complejos como ahora.