domingo, 27 de septiembre de 2015

Irrealidades superfluas


¿Qué es la vida si no un conjunto de coincidencias y momentos llenos de irrealidades superfluas?

Al entrar en la casa de la reminiscencia, abrimos una puerta a un mundo donde solo existimos nosotros mismos, empleando la única llave que entreabre este remolino de sensaciones en donde somos capaces de revolver los recuerdos; con momentos endulzados, amargos e incansables sobre las personas que han cruzado la puerta que hemos dejado entreabierta. Buscando una respuesta que contenga algún adjetivo que consiga describir y explicar o incluso a entender como esas personas que por ciertas casualidades se han atrevido a entrar en nuestras vidas.

Sin embargo, llegamos a una apertura decrépita obligándonos a juntar las piezas del rompecabezas para llegar a una conclusión coherente sobre aquellos que se marcharon y que dejaron un enorme vacío, esos que decidieron que el pomo de la puerta ya no era el que antaño fue.
Éste, al resquebrajarse desdibuja toda visibilidad que poseía llegando a hacer una gran grieta alrededor, para así formar un vacío desmesurado que conforme pasaran los días se haría considerable a la vista del "yo" más diáfano.

Dejando atrás aquellas puertas sin color, sin vida alguna, que solo nos causan congoja. Seguimos recorriendo ese largo y arcaico pasillo seleccionando qué abertura destapar como las alusiones pasadas que desentierran en este cuerpo tan moribundo, en el cual, solo se ata una ira que adopta la forma de la sombra de un cuervo.
Aparecemos en un punto de inflexión en el que abandonamos toda instancia de suplicio, desentendiéndonos de todo y a la vez de nada, en el que acabamos por salir una vez más de aquella casa.





Honestidad consigo mismo: la mejor de todas las artes perdidas.







domingo, 2 de agosto de 2015

En plena luz no somos ni una sombra


"Somos simples sombras que nacen y mueren porque sí."

Era el mejor de los tiempos, era el peor de los tiempos, la edad de la sabiduría, y también de la locura; la época de las creencias y de la incredulidad; la era de la luz y de las tinieblas; la primavera de la esperanza y el invierno de la desesperación.

Lo poseíamos todo, pero no teníamos nada; caminábamos directamente hacia el cielo y nos extraviábamos por el camino opuesto. En una palabra, aquella época era tan parecida a la actual, que nuestras más notables autoridades insisten en que, tanto en lo que se refiere al bien como al mal, solo es aceptable la comparación en grado superlativo.

Qué hecho tan maravilloso, y digno de reflexionar, es que cada uno de los seres humanos constituyen un profundo secreto para los demás. A veces, cuando entro de noche en una ciudad, me veo en la necesidad de pensar que cada una de aquellas casas envueltas en la sombra guarda su propio secreto; que cada una de las habitaciones de cada una de ellas encierra, también, su secreto, que cada corazón que late en los centenares de millares de pechos que allí hay, es, en ciertas cosas, un secreto para el corazón que late más cerca de él. Es algo pavoroso, que recuerda incluso a la muerte. Pues llega un momento en el que ya no puedo pasar las páginas de ese libro secreto, que vagamente quiero leer.
Un momento en el que ya no distingo el fondo de estas aguas insondables, donde momentáneos destellos de luz me han ayudado a distinguir tesoros ocultos y otros objetos sumergidos. Es la inexorable consolidación y perpetuación del secreto que siempre guarda la individualidad, y que yo llevaré en la mía hasta el final de mis días.

¿Me son más inescrutables los dormidos ocupantes de los cementerios de esta ciudad por la que paso que sus presentes y activos habitantes, en su más íntima personalidad? ¿Lo son más que yo a ellos?

A veces presiento que mi alma está en la zona más profunda del océano, bajo las sombras de un temor que me ahoga hasta no llegar a recordar su nombre. Pues llega un momento en el que ese dolor al sentir la nostalgia de su espacio vacío no me deje pensar más alto.
Convirtiéndose en un torbellino de palabras; aflorando como una tormenta eléctrica que recorre cada recoveco de mi ser. Sin más preámbulos, esta angustia se transforma en rayos de sol, quemando aquellos pétalos de rosa, haciéndolos arder hasta provocar una bola de fuego; en la cual cada llama de fuego esconda un sentimiento dispuesto a morir bajo las sombras.

Este tormento es capaz de sobrevivir a la inmensidad de la noche, bajo aquel manto de sombras que se traga cualquier haz de luz, esperanza y alegría que otea los bancos de felicidad.
Quizás, la vida, sea solo eso. La supervivencia entre el amor y la desdicha de dos fuertes guerreros que luchan por llegar a parar esta guerra: El secreto de un corazón que late descocado debido a la seducción del amor o simplemente el secreto de la perdición de las sombras que envuelven a un corazón quebrado.








sábado, 27 de junio de 2015

Un pedazo de luna en el bolsillo



La luna continuaba en cuarto creciente, y Denna ya se había sentado al piano, atendiendo al silencioso pedido de Kyle.

-No quiero tocar el piano ahora, Kyle. Quiero saber lo que pasa en el mundo, lo que hablan aquí al lado, quienes somos realmente.

Kyle sonreía, quizás de la forma más bonita que jamás haya visto.

-Voy a morir-prosiguió Denna, con la esperanza de que sus palabras tuvieran sentido-. La muerte rozó hoy mi rostro con sus alas y llamará a mi puerta mañana o pasado mañana. Es preferible que no te acostumbres a escuchar un piano todas las noches.

>>Nadie puede acostumbrarse a nada, Kyle. Fíjate yo estaba volviendo a apreciar el sol, las montañas, y hasta aceptar los problemas; estaba incluso aceptando que la falta de sentido de la vida no era culpa de nadie más que de mi misma. Quería volver a sentir; a sentir odio y amor, desesperación y tedio, todas esas cosas sencillas y banales que forman parte de lo cotidiano y dan sabor a la existencia.

Se levantó, tocó cariñosamente el rostro del muchacho y se dirigió al refectorio. Denna dejó de tocar el piano por un instante y dirigió su mirada hacia la luna, afrontando esta el frío nocturno a millones de kilómetros pensando lo cerca y lejos que se siente de ella.

Volvió al piano. En sus últimos días de vida había plasmado finalmente su gran sueño: tocar con alma y corazón, como y cuanto quisiera. No tenía importancia que su único auditorio fuese un muchacho; él parecía entender la música, y era eso lo que importaba.

Porque la música la conducía hacia otro ámbito: la instaba a no pensar, a no reflexionar acerca de su entorno, y limitarse a ser. Denna se entregó, contempló la rosa, vio quién era, se gustó y lamentó haberse precipitado tanto.







domingo, 29 de marzo de 2015

La belleza es el arte de suponer




La palabra "belleza" es tan subjetiva como su significado propio.
Con esto me refiero a que depende de muchos factores para llevar a cabo esa definición.
Quiero decir que ni todo es sumamente bello; ni derivados, ni todo se podría clasificar como algo horrible. Hay cosas que con la simpleza que transmiten puede ser bonito hasta el conjunto que forman. Por eso, denominar a alguien como "guapo" es muy complicado, incluso decirlo a la ligera también.

Así sin más, no todo reside en el exterior. Que eso puede ser una caratula de un libro más entre una multitud en una librería. Uno puede ser hermoso por fuera y, deleitable a los ojos humanos que nos aleja de la realidad que en esos casos suele suceder muy a menudo.
Eso conseguiría bloquear nuestros sentidos. A veces cometemos estupideces por el simple hecho de mirar a alguien que de primeras puede parecer especial. Pero que luego al darnos cuenta "hemos sido unos estúpidos y nos hemos dejado llevar por las apariencias" para después descubrir que esa persona tan fascinantemente bella no es más lo que solo ha dejado mostrar: un cuerpo bonito con una sonrisa que te quita todos los males.

En eso se queda: en un estupendo florero. Que queda muy bien en una esquina de tu departamento para decorar ese espacio. No sirve para nada más que para eso.
Con esto me refiero que antes de prejuzgar a una persona aparentemente bella habrá que conocerla y después ya nos llevamos las sorpresas que nos tengamos que llevar.
Somos muy débiles en ese aspecto y, nos gusta el cotilleo, juzgar a los demás y demás cosas que hagan saciarnos nuestra curiosidad.

Por eso, las personas somos mucho más bellas cuando nos sentimos bien hacia nosotros mismos y hacia los demás. No porque tengas una apariencia agradable ya significa que lo seas. Como he matizado antes eso es muy difícil de averiguar a simple vista.
Te puedes llegar a enamorar de lo que tienes delante pero no de lo que contiene esa persona.
Llegué a la conclusión de que la belleza misma recae sobre quien sabe diferenciar entre los distintos lenguajes que existen para así enlazarlos en uno solo.




domingo, 22 de febrero de 2015

Brechas del corazón




¿Cómo reparar lo dañado? ¿Somos dueños de nuestros sentimientos?
No sé si lo que siento es real o simplemente un espejismo puesto en el lago el cual me veo: apenada y acompañada de este frío invierno.
Este dolor me ha despertado con una furia que me quema y me abrasa por dentro.
Siento el corazón frío, como si  miles de trozos me desgarrasen por dentro gritando su nombre.

Supongo que el daño nos hace más fuertes e impasibles. No se que es peor, si cerrar una puerta a quien quiere entrar para arreglar los pocos trozos que aún siguen en el más terrible equilibrio o ver como esa entrada se convierte en otros tantos pedazos con unas grietas más profundas que el propio abismo de la inmensidad de los océanos.

Las personas nos regalan sonrisas, penas, momentos únicos que aunque queramos o no, luego, los echamos en falta. Personas que tienen la capacidad de cambiarte el estado de ánimo con tan solo sonreírte o decirte lo bonita que vas hoy con ese precioso vestido que tanto realza la mirada, tu profunda mirada.

Existen canciones que nos describen de los pies a la cabeza como nos sentimos en un día desastroso más de nuestra vida. Nos ayudan a recordar por qué vivimos y por qué debemos seguir pisando tierra firme, aún cuando tengamos los pies llenos de la más mugrienta suciedad que tragamos día a día y nos marchita por dentro. 

Pero lo más importante son aquellos que sabiendo que no tenemos un buen día y necesitamos desaparecer y, nos permitan escapar de esa realidad asfixiante, regalándonos su tiempo, su respiración y su alegría por recuperarnos de las sombras.
Ni hay que dejarse por un amor estrellado, ni por la falta de unos pocos desconsiderados que no saben apreciar tu valor, ni conocen una pizca tu vida.

Hay colores que sobresalen en pantalla pero recuerda que nadie sonríe como tú, 
Ni nadie expresa su júbilo con los logros, bajo terribles esfuerzos, como cuando tú ríes. 
Capaz de llegar hasta esos pétalos que florecen en primavera.
La lluvia, majestuosa y sofisticada, deja entrever el arcoiris más hermoso jamás visto sobre la tierra. 
Con tu sonrisa de fondo.

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